El vicepresidente de Stop Accidentes contó cómo la muerte de sus padres en carretera desencadenó todo un drama familiar. «Las cifras de los fallecidos son frías, pero detrás quedan muchas tragedias»
Artículo de : José Antonio Guerrero Madrid Jueves, 5 de septiembre 2024. El Correo
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha ofrecido este jueves la que ha sido su comparecencia «más especial» en los seis años que lleva presentando los balances de tráfico. La de hoy tenía por objeto contar cómo había ido el verano desde el punto de vista de la siniestralidad vial. Pero el conmovedor testimonio en directo de una víctima y el reproche de otra trastocaron una rueda de prensa que ni Marlaska ni ningún otro responsable de la Dirección General de Tráfico (DGT), donde se celebraba el acto, esperaban que discurriera por esos derroteros.
Todo ocurrió en el turno de preguntas de los periodistas, cuando un informador inquirió si ante el número de fallecidos en julio y agosto (241 muertos, tres más que el verano pasado) se podía hacer algo más por concienciar a los conductores. El ministro cedió la palabra a David Pérez Landazábal, vicepresidente de Stop Accidentes, una asociación de afectados por siniestros de tráfico que suele ser invitada a este tipo de convocatorias. Sin haberlo preparado, Landazábal hiló un discurso que emocionó a todos los presentes, incluido Marlaska, y que terminó entre abrazos, lágrimas y aplausos.
El vicepresidente de Stop Accidentes, madrileño de 56 años, vino a contar lo que supuso la muerte de sus padres en accidente de tráfico hace ya 36 años. Aquel siniestro engrosó una estadística más, dos muertos más a añadir a la lista negra de las carreteras españolas de 1988, pero, lejos de quedarse en el asfalto, la tragedia desató un drama familia.
A los padres de Landazábal los mató otro conductor que circulaba a más velocidad de la que debía en una carretera convencional en Valladolid. Se salió de la vía y chocó frontalmente contra el vehículo que conducía su padre, de 49 años, que falleció en el acto. Su madre, de 46, con heridas muy graves, murió once días después. En apenas dos semanas y con 19 años, una edad complicada, David se quedó huérfano. Igual que sus hermanos, Sergio, entonces de 7 años; y Josetxu y Eva, que eran más mayores.
«Mi hermano pequeño y yo fuimos los que de alguna manera salimos peor parados, quizá porque teníamos menos edad y nos encontrábamos en un momento más vulnerable, pero la muerte de mis padres nos afectó sobremanera. Yo tuve muchos problemas a partir de ese momento con el alcohol, con la velocidad, con las motos y los coches. Al final quieres olvidar y te refugias en el alcohol, en salir con los amigos, en las noches… lo que quieres es olvidarte de la vida y vivir de otra manera». Una de esas noches por Madrid David bebió más de la cuenta y cuando regresaba a casa en su moto, una potente Kawasaki ZX10, se picó con el conductor de un coche en pleno Paseo de la Castellana. La carrera le jugó una mala pasada. Se empotró a 160 kilómetros por hora contra una farola y salió despedido arrastrando su cuerpo más de 200 metros. Estuvo muerto durante tres segundos hasta que un guardia civil y un policía nacional que prestaban vigilancia en la cercana Embajada de Estados Unidos le pudieron reanimar. Tuvo suerte. Llevaba un casco de competición homologado que se rajó completamente y le salvó de traumatismos en la cabeza. El resto del cuerpo quedó destrozado. Las lesiones fueron gravísimas, estuvieron a punto de amputarle la pierna y desde entonces ha pasado quince veces por el quirófano. «Lo que no entiendo es cómo estoy aquí. Alguna causa habrá, quizá el trabajo que estamos haciendo, no lo sé… pero bueno hay que aprovechar esta oportunidad e intentar salvar a otras personas», dice el ‘número dos’ de Stop Accidentes.
La muerte de sus padres también trastocó la vida de su hermano pequeño. Ya no fue el mismo. No aceptaba lo que había pasado. Con los años, tuvo una vida complicada con consumo de alcohol de por medio. «Una situación parecida a la mía, pero Sergio tuvo menos suerte que yo. Se salió en una rotonda en un coche y murió en el acto. Había dejado de beber, pero ese día discutió con alguien se tomó unas copas y cogió el coche. Tenía 31 años», recuerda ahora David.
El drama siguió retorciendo la vida de los hermanos Pérez Landazábal. A los seis meses de la muerte de Sergio, a su hermano Josetxo le diagnosticaron un cáncer que acabó con su vida. «¿Hasta qué punto una decisión de una persona por ir más deprisa ha desatado todo esto?», se pregunta David. «¿Es toda una consecuencia tras la muerte de mis padres? ¿Es una casualidad? No lo sé, es complicado, pero es lo que trato de contar en mis charlas, la tragedia que queda detrás de cada cifra por fría que suene. Escuchamos que han fallecido dos personas y se termina ahí… pues no, no se termina ahí. Para nada».
Abrazo
A David, que tiene una empresa de asesoría, le impusieron hace unos años dos sanciones de tráfico por saltarse un semáforo en ámbar y una señal de stop. «No lo hice a lo loco, me lo salté como si fuera una ceda al paso, pero me pillaron». Le quitaron ocho puntos y entonces asistió a un curso de recuperación de puntos, donde escuchó el testimonio de Fernando Muñoz, su antecesor en el cargo en Stop Accidentes, y quien perdió un hijo en la carretera. El chico, de 25 años, se quedó dormido tras una noche de trabajo frente al ordenador. «Escuchar a una persona que se pone delante de otros a contar todo lo que lleva dentro me pareció impresionante. Recuerdo que, según terminó su charla, me levanté y le dije a Fernando que quería ayudar».
Desde entonces, y ya han pasado cinco años, David lleva dando charlas a infractores en los cursos de recuperación de puntos, en centros penitenciarios y a estudiantes en institutos. «El tiempo que me queda libre lo dedico a esto. Todos los viernes por la tarde voy a dar charlas, e insisto mucho en que no podemos quedarnos en la cifra, en normalizar los datos o en pensar que esto nunca nos va a pasar a nosotros«.
David contó ante todos los presentes que esa labor de concienciación se la debe a Fernando y a su desgarrador testimonio en aquella charla contando la muerte de su hijo…. Fue en ese momento cuando los dos se abrazaron provocando que la sala de la DGT, donde se desarrollaba la rueda de prensa, irrumpiera en un aplauso.
El reproche
Tras fundirse en un abrazo, Fernando, de 71 años, recordó el accidente de su hijo hace 17 años. «Se iba de vacaciones con su novia a Portugal. Estaba estudiando Ingeniería Informática y la música era su pasión. La noche antes estaba poniendo en marcha una página web musical de forma altruista. Y se quedó trabajando hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. Cuando cogió el coche no había dormido lo suficiente».
De camino a Portugal, en el kilómetro 281 de la A5, pasado Trujillo, el hijo de Fernando, Germán, se quedó dormido y se salió de la calzada. Su coche, un Opel Zafira, se empotró contra un pilar de hormigón de un puente de una carretera que cruzaba la autovía. Él murió en el acto y su novia sobrevivió.
Fernando reprochó al ministro que ese pilar no tuviera una protección. «De haberlo tenido, mi hijo estaría vivo. Se habría roto las piernas o habría tenido algunas fracturas, pero no habría muerto». Y ante la mirada comprensiva de Marlaska, criticó que el Gobierno no actúe con más contundencia contra los excesos de velocidad, el consumo de alcohol o las distracciones, que ocasionan buena parte de las muertes en carretera.
«Todos los años es la misma película, siempre igual y los muertos no bajan. Esto es una pandemia y hay que combatirla como si fuera el covid, dando las cifras de muertos todos los días, con más controles y más dureza porque los coches son armas y los accidentes mortales son homicidios viales. Matar con un vehículo sale muy barato», censuró.
Pese a los reproches, y aún conmovido por los testimonios, Marlaska dijo que ojalá se hubieran escuchado esas palabras fuera de la DGT, y añadió que en los seis años que llevaba presentado los balances de siniestralidad, esta comparecencia había sido la más especial.
Un 13% más de motoristas muertos en un verano con récord de desplazamientos: casi 98 millones
241 personas han muerto en las carreteras españolas durante los meses de julio y agosto, tres fallecidos más que en el mismo periodo del año pasado, según refleja el balance provisional de siniestralidad vial del verano de 2023, que ha presentado este jueves el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. El informe señala que ha habido un récord de desplazamientos de largo recorrido: 97,7 millones, 4,1 millones más que en 2023 y la cifra más alta de la serie histórica. Pese al aumento de controles, las principales causas de los siniestros mortales siguen siendo el exceso de velocidad y la distracción al volante, así como la falta de uso del cinturón de seguridad, el consumo de alcohol y la somnolencia. Ni un solo día de este verano ha pasado sin muertos en la carretera. De media han fallecido 3,9 personas cada día y el 73% de las víctimas mortales se registraron en carreteras convencionales (de un carril en cada sentido) y el 27% en autovías y autopistas. El estudio refleja un incremento del 13% de motoristas fallecidos, 72 muertos frente a los 59 del verano pasado. Es el porcentaje que más crece según el medio de desplazamiento. En total, 783 personas han muerto en accidentes de tráfico en lo que va de año, 33 más que en ese período de 2022, un 4% más.